Él es furor y también todo lo que toca: una musculosa a rayas, Twitter y claro, el juego de GH2011. Apenas se produjo el ingreso masivo, nadie reparó en él, pero poco a poco se convirtió en líder y hoy no hay quien lo desconozca: es Cristian U. El día en que las puertas de la casa volvieron a abrirse, “el participante 19” se llevó todas las miradas. Durante días Alejandro fue el gran protagonista, y no fueron pocos los que se aventuraron a consagrarlo ganador. Pero, como en todas las ediciones, a los pocos días la casa se dividió en dos y los líderes “naturales” empezaron a sacar cabeza.
El primero Cristian U, un treintañero, asumido ex jugador compulsivo, paseador de perros y con un parecido físico a Ricky Fort. Mientras la gran mayoría se divertía en la “colonia de vacaciones”, él comenzaba a incorporar las palabras “juego” y “estrategia” al ambiente, e implementaba su operación “manipulación disimulada”.

Además, introdujo al público en el juego, y allí su jugada maestra, tal vez la que le permitió comenzar a consagrarse en esta edición. Primero lo hizo inventando “gritos del afuera” que utilizó para inquietar a sus compañeros y para realzar su imagen, y luego escribiendo en la red social, una herramienta para todos que sólo él explotó en primera instancia. Nunca se divirtió, nunca se sinceró, jamás se olvidó de las cámaras, y cuando su cabeza estalló, se fue. Luego, al ver que tenía tanto apoyo afuera, quiso volver y volvió.
Reingresó con toda la gloria, creyéndose el ganador indiscutido y el rey de la casa, y puso en práctica la modalidad de “eliminación vía twitter” que tan bien le resultó. La gente se sintió partícipe una vez más de este juego que, aunque algo frío y tal vez macabro, los incluía, los hacía sentir dentro de la casa, y hacer lo que tal vez no harían en la vida real.
Tal vez Cristian U tenga más seguidores por oposición que por identificación, y eso se verá al final, pero como sea, logró un nivel de popularidad envidiable (tiene mas seguidores en Twitter que Cristina Fernández de Kirchner, por ejemplo). Como en un momento la lágrima fue sinónimo de triunfo, hoy pareciera ser tiempo de apoyar el enojo, la irritación, la falsedad, el triunfo a toda costa, y los sentimientos a un lado. Su remera camina sola y afuera es un símbolo. No tiene un apellido reconocible, sino una letra -“la U”- que lo vende y que la gente compra.
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